El Consejo Europeo del Pistacho (CEP) y American Pistachio Growers (APG) han firmado un convenio para compartir información, organizar congresos o visitas e identificar proyectos de colaboración.
Aunque ambas partes reconocen que existen enormes diferencias con California, líder mundial del sector con 590.000 toneladas de producción de pistacho, el Consejo Europeo del Pistacho plantea mirarse en el espejo americano para que el sector en España gane dimensión, genere economías de escala y sea más competitivo.
“España y algunas zonas productoras de la Europa mediterránea están viviendo la eclosión del pistacho pero, comparados con California, somos como una gota de agua en el océano”, ha asegurado el presidente del CEP, Carlos Suárez, tras la firma del convenio durante una jornada celebrada en Talavera de la Reina, Toledo.
“Existen sinergias que nos conviene aprovechar. Para no perder la rentabilidad actual tenemos que aumentar el consumo y ser más competitivos y eso pasa por organizarse, mejorar en eficiencia y explorar vías de colaboración con EEUU”, añadió.
El CEP engloba a buena parte de los principales productores –fundamentalmente españoles- de pistachos pero también a procesadores, comercializadores, viveros así como empresas de maquinaria y servicios.
Grecia es la primera en producción de Europa, con unas 8.000 toneladas (t) en unas 10.000 hectáreas (ha) pero sin posibilidades de expansión. Le sigue España, con 4.500 t previstas para esta campaña 2023 en 66.000 ha., de las que hoy solo están en producción el 10%. En tercer lugar quedaría Sicilia (Italia) con 2.000 t. en 5.000 ha. pero también limitada por su condición de ínsula.
De este modo, España está llamada a liderar la producción comunitaria y el CEP aspira a ser el germen desde el que erigir una interprofesional europea con la que cimentar el crecimiento de este cultivo y su mercado.
El pistacho californiano se basa en sistemas intensivos de altos rendimientos en regadío mientras que el español, por el contrario, es mayoritariamente de secano (70%).
La APG es una asociación que representa a más de 800 grandes productores, pro-cesadores y comercializadores de California, Arizona y Nuevo México. Como aclaró su presidente en la jornada, Richard Matoian, el sector norteamericano dirige el 31% de su producción a su mercado doméstico, el resto –un 69%- lo exporta fundamentalmente a Europa (24%), a China y Hong Kong (21%) y a África y Oriente Medio (12%).
En 2022, la APG gestionó un presupuesto de 18 millones de dólares (1,7 millones del Gobierno federal y otros 17,1 financiados por el propio sector a razón de unos 0,07 euros/kg al cambio), de los cuales el 80% se dirigieron a promoción (publicidad y marketing) y el resto a estudios sobre las propiedades saludables de este cultivo.
El CEP, por su parte y siguiendo el modelo norteamericano, ha iniciado este año una campaña piloto a partir de aportaciones voluntarias de sus miembros productores y comercializadores (0,05 €/kg) para financiar las acciones de la asociación.
La intención a largo plazo es, cuando se transforme en una interprofesional europea –como ya existe en el caso del algodón- aprobar extensiones de norma que permitan cofinanciar, junto a los fondos europeos existentes, futuras promociones para incentivar el consumo en la UE.
Para lograr tal meta –dijo Suárez- “es esencial que los distintos actores de la cadena de valor del pistacho en nuestro país y del resto de zonas productoras de Europa den un paso adelante y se asocien al CEP”.
En 2020 la superficie dedicada al pistacho en California no llegaba a las 160.000 ha, este año superará las 180.000 y para 2026 sumarán unas 206.000. Hoy, dijo Suárez, en España se produce en unas 66.000 ha, el 70% de ellas en zonas de secano, con rendimientos más bajos que en regadío (400 Kg/ha y 1.000 kg/ha, respectivamente) y sensiblemente inferiores a los californianos.
En España, en torno al 80% de lo plantado (el 98% de la producción) se corresponde a la variedad Kerman, cuyo principal problema es que el 60% de sus frutos son cerrados (lo que obliga a darles salida a través de la industria).
La situación, según las proyecciones facilitadas, cambiará radicalmente en cinco años: de las 4.500 t. de cosecha de este año se pasará en 2028 a entre 10.000 y 15.000 t –se triplicará, por tanto-.
Según el CEP, en esa campaña comenzarán a cobrar mayor relevancia las nuevas variedades más productivas y con mayor porcentaje de frutos abiertos, que se han estado plantando recientemente, como las californianas Golden Hills/Lost Hills o Sirora, dirigidas al mercado de snacks.
Carlos Suárez se preguntó en la jornada si Kerman “es la variedad de snack más adaptada a España” y planteó la necesidad de trabajar un modelo que “tanto en el campo como en la fábrica produzca calidad del fruto, homogeneidad, genere economías de escala, precios competitivos y garantice plazos de suministro razonables”.
En este punto cuestionó la “falta de dimensión adecuada de muchas procesadoras con altos costes, que no garantizan ser eficientes, poder atender a los clientes y que comprometen la competitividad del cultivo y su rentabilidad”. Y citó para ello la referencia californiana, cuyos principales procesadores tienen una capacidad mínima de 5.000 t./año.
La jornada también permitió conocer las grandes posibilidades del cultivo del pistacho bajo certificación ecológica. Fue Juan Manuel Sánchez, director gerente de CCAE quien expuso la incidencia que el Pacto Verde y las estrategias europeas ‘De la Granja a la Mesa’ y en favor de la biodiversidad así como la PAC y sus ecoesquemas podrían tener sobre el desarrollo del pistacho.
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